noviembre 4, 2023
/Javier Ortiz Amuriza

Art. 94. Un paso atrás para tomar impulso. Sanar a la sociedad sanándose cada quien a sí mismo.

Por Javier Ortiz Amuriza

Noviembre de 2023.

 

Salud mental, intimo compromiso, moderación y flexibilidad. Responsabilidad generacional, emergencia climática y dignidad por y para nuestros menores.

Actualmente se habla mucho de la salud mental. Algo que considero importante pues visibiliza de alguna manera la existencia de la neurosis generalmente extendida a la que me vengo refiriendo en unos y otros artículos. Como ya vengo diciendo, creo que trabajar la salud mental propia es una tarea íntima de cada persona, algo que solo cada quien puede hacer por sí mismo y con ello, si cabe, cultivar la posibilidad de alcanzar una masa crítica que facilite la transformación de la vida en el planeta.

Creo que está comúnmente extendida la crítica irresponsable, desde mi modo de ver, una necedad que cultiva el ruido y la oscuridad en vez de una cordura incondicional y la responsabilidad que las personas tenemos sobre el estado de la vida en el planeta en la actualidad, tanto a nivel social como natural. Creo que más allá de actuar como albañiles del activismo promoviendo acciones que constituyen un activismo desbarajustado, conviene realizar un acto de introspección que nos permita discernir entre el ruido y la crítica constructiva en nuestro propio interior.

Lo cierto es que todos somos negacionistas del cambio climático en tanto que no actuamos desde nuestras posibilidades. Creo que la única manera de educar nuestros menores es con el ejemplo y para ello considero que sería provechoso actuar desde la humildad buscando la ayuda necesaria para aprender a discernir en nosotros mismos. En palabras del magnífico poeta Joaquín Sabina:»… Como si para crecer sobraron las escaleras…». Todos necesitamos ayuda en la ardua tarea de discernir en nuestro propio interior y separar el ruido del discernimiento constructivo. Creo que tenemos la responsabilidad de actuar para no dejar a nuestros menores una herencia de neurosis y colapso climático.

Ver. Art. 90. Ley del péndulo, ruido y “nubenegrismo” vs esperanza y Resposabilidad con mayúscula.

Me llama la atención el debate que se produce en torno a la Iglesia y la pederastia. Aunque personalmente considero que hubo un tiempo en el que la Iglesia pudiera haber constituido un refugio para personas diferentes en tiempos en los que la homosexualidad estaba perseguida y absolutamente denostada. Un refugio para huir de una sociedad enferma que no admitía las diferencias, que no admitía algo tan natural como es la homosexualidad. Quizás todo ello pudo contribuir a que en el entorno de la Iglesia se concentraron personas con retos vitales complejos.

Creo, además, que independientemente del tipo de transgresión o abuso que cada persona hubiera podido padecer en su vida, en torno a la Iglesia se han producido abusos de tipo sexual en demasiadas ocasiones. Sin embargo, creo también que a lo largo del siglo XX prácticamente todas las personas hemos padecido algún tipo de transgresión, sea esta de carácter ser sexual o intelectual.

Ver Art. 4. S.XXI. Emergencia global.

Una sociedad en la que las diferencias se diriman con violencia promueve las guerras, a mi modo de ver, la peor de las maneras. Durante el siglo XX los avances se produjeron con sangre sudor y lágrimas ha dado paso al siglo XXI en el que considero que actualmente la confusión impera y volvemos a caer en los errores del pasado sin dejar espacio a nuevas maneras de comprender la vida.

Con motivo de la reciente jura de bandera de la princesa Leonor se aviva el debate tradicional entre monarquía y República. Aunque personalmente yo abogaría por una república puesto que considero que las monarquías no son más que reminiscencias de los absolutismos del pasado, creo también que el esfuerzo invertido en la formación y educación de los miembros de la familia real convendría ser capitalizada. Por ello no me afanaría en una discusión vana, sino que me enfocaría en tratar de discernir cómo transformar el papel de la Casa Real en una democracia moderna. Quizás procurando que sirva de canal de comunicación entre las clases políticas y la sociedad civil.

Personalmente me gusta saber que el próximo Jefe de Estado, heredero al trono en este caso heredera es una mujer y no un hombre. Una mujer a quien le está tocando aceptar un desarrollo vital singular. La formación tradicional, en idiomas, militar y la educación que acompaña a un bagaje vital nutrido por constantes viajes y el conocimiento de los diferentes lugares del mundo creo que no es baladí en absoluto. Pienso que constituye un gran valor que quizás de la mano de una mujer encuentre la mejor manera de enriquecer a una democracia como la española. Además es zurda!!!.

Lo digo en un doble sentido puesto que tengo un íntimo amigo que en su día dejó el seminario para abrazar una vida familiar, un hombre sencillo y bueno. Yo me meto con él llamándole “curilla” y diciéndole que se ha echado a perder porque si bien él era de convicciones izquierdistas (zurdo como él dice) con el paso de los años se ha ido moderando. Yo bromeo diciéndole que se ha vendido y que se ha convertido en un burgués. Creo que algo así le ha sucedido a muchas personas hartas de ver como las instituciones y los personajes con mayor responsabilidad dan la espalda a su más importante responsabilidad permitiendo que las decisiones importantes se vean sometidas a necesidades económicas. Creo que con actos como el de la jura de bandera de la princesa Leonor se produce una suerte de legitimización de la monarquía en una democracia moderna y me parece bien puesto que no debemos olvidar que la soberanía de Estado, en democracia, reside en el pueblo.

Ver. Art. 67. Por una verdadera sociedad civil responsable.

Volviendo al asunto del cambio climático y la responsabilidad que ello conlleva para con nuestros menores y para con un futuro mejor, creo que debemos perseverar y profundizar en el trabajo por una justicia climática intergeneracional y por una vida digna en el planeta. Esto unido al hecho de que existe en este nuevo siglo una desigualdad absolutamente disparada constituyen alarmas que aconsejan la flexibilización de posturas, el entendimiento con unos y otros, así como huir de clasismos y nacionalismos obtusos.

Ágora

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