/Javier Ortiz Amuriza

17. Lo justo vs lo injusto – el intento de intentar

Lo correcto, lo difícil y el esfuerzo personal. Una tarea propia que exige humildad y paciencia cuya recompensa puede no ser tangible ni obvia, sobre todo para los demás. El reto de una verdadera educación, una responsabilidad propia no siempre bien considerada, pero sin duda digna y necesaria.

 

Recientemente he estado leyendo las obras de Platón. Diálogos Socráticos, Diálogos Polémicos, Diálogos Dogmáticos y La República. Una lectura que me ha servido para reflexionar acerca del correcto actuar. Acerca del buen gobierno y de la importancia de la educación.

Aunque no me considero un ejemplo en mi desempeño, sí creo que todo ello ha sido siempre algo importante para mí y nunca he dejado de seguir intentando mejorar, corregirme y progresar.

Considero que esforzarse en aprender a escoger lo correcto es crucial para alcanzar una vida digna.

A lo largo de mi vida, he podido comprobar que escoger lo correcto, por norma general, coincide con saber escoger lo difícil y abstenerse de dejarse llevar por lo fácil. Aprender a elegir lo que ayude a los más necesitados y cuidarse mucho de elegir lo que agrade a los más poderosos.

He aprendido de distintas personas a lo largo de mi vida en este intento, y habitualmente, me he dado cuenta de que aquellos que se consideran “de menos”, se sienten “de más”, haciendo “de menos” a los demás (en ocasiones “de más”).

He podido darme cuenta de que habitualmente, la humildad, la sencillez y el saber escuchar, son características más propias de los más preparados, de los más trabajados, de las más esforzadas y los más esforzados.

Y digo, las más esforzadas, porque creo que las mujeres en general, se llevan la mayor carga a este respecto. En un mundo eminentemente machista, en el que la historia ha sido regida y contada por hombres habitualmente, creo sinceramente que, por norma general, han sido las mujeres quienes han hecho el mayor esfuerzo, el mejor desempeño. No siempre es así (las generalizaciones son peligrosas), pero sí creo que en la mayoría de las ocasiones.

Alcanzar una vida digna es una empresa compleja, llena de obstáculos y tentaciones cuya recompensa no siempre es de este mundo y está teñida de secretismo, de ausencia de obviedad, de largo plazo y de íntimo sentir interior.

La educación. Qué importante es la educación de nuestros menores. La semilla del futuro. Creo que a los niños y jóvenes se les educa con el ejemplo, no con palabras. Quizás un esfuerzo vano, una tarea sin recompensa, pero siempre merecedora de perseverar, de realizar el esfuerzo que sea necesario, de hacerlo en un ejercicio de responsabilidad, sin esperar recompensa.

En la infancia, adolescencia y juventud, habitualmente creemos que lo sabemos todo, que todo lo controlamos y nunca es así. Con el tiempo, la vida nos va enseñando. En ocasiones de manera dura e implacable, pero no tiene por qué ser así.

Deseo para mis menores, para todos los menores, la prudencia, la paciencia y la inteligencia que les permita aprender sin sufrimiento. El dolor no siempre se puede evitar, pero creo que el sufrimiento es una cuestión de actitud. El dolor, la frustración y el desengaño pueden resultar los mejores aliados para el crecimiento personal y hacerlo con facilidad, es posible. Eso es, desde mi punto de vista, auténtica inteligencia.

Ágora

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