diciembre 8, 2020
/Javier Ortiz Amuriza

23. El poder transformador de la atención

Super Nanny, aprendiendo en un ejercicio de entrega por amor, alegría y gratitud. La mirada, un intento de atención permanente, de intención. Una experiencia personal llena de magia, fe y proyección en el nombre de Dios.

 

Hace aproximadamente 15 años, empecé a darme cuenta del poder que encierra la atención. Primero, cuando me afanaba en aprender a educar a mi hija Candela, quien entonces contaba cuatro años. Como digo, estaba ávido de encontrar referencias para ello y coincidió que entonces emitían por televisión un programa dedicado a la educación: Super Nanny.

En el mismo, se explicaba que la “moneda de cambio” para la educación de una niña o un niño es la atención. Explicaban que cuando se habla a una persona en su más tierna infancia, si se hace poniéndose a su altura, es decir agachándose y pidiéndole que te mire a los ojos, lo habitual es contar con su atención en torno a 15 segundos. Un tiempo precioso en el que poder tener una comunicación real. Una oportunidad de explicarle que, si se comporta de una determinada manera, obtendrá de ti (el educador o educadora) la atención que demanda y si no, no. Con la práctica, ese tiempo se pude ir prolongando, poco a poco.

Por aquel entones dedicaba gran parte de mi tiempo a ocuparme de ella y de su amigo del alma. Él era un niño de su edad, hijo de unos amigos íntimos con quien ella había compartido escuela y tiempo libre desde su nacimiento. Yo trabajaba a media jornada y disponía de tiempo, haciéndome cargo de ellos hasta que los padres de él, o la madre de mi hija salían del trabajo. Ella y yo estábamos recién divorciados y compartíamos su custodia en un ambiente de entendimiento.

Por supuesto, aplicaba la misma técnica y trato a los dos, o al menos, así lo intentaba. Fue aproximadamente entre el tiempo que ellos fueron contando entre los 4, 5 y 8, 9 años aproximadamente. Aunque él era algo más rebelde, perseverando en dicha técnica fue posible que ambos dedicaran tiempo a sus tareas y después, les dejaba decidir que preferían hacer con el tiempo libre, pidiéndoles que se pusieran de acuerdo, y si no lo hacían les dejaba escoger por turnos o decidía yo.

Fueron de los años más divertidos de mi vida. Pasábamos las tardes en parques, columpios, centros comerciales o en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, cuando llovía, en Valencia, pues vivíamos a las afueras, o en la piscina de la urbanización donde vivíamos. Lo más divertido que jamás he hecho, experimentando una enorme alegría.

En el programa Super Nanny explicaban también que la mejor manera de reprender a una personita de esta edad, es negándole la atención. Hacerlo de una manera tan burda o gráfica como es dándole la espalda, negándoles la mirada primero o no dejándoles escoger el plan, cuando ya eran algo más mayores. Hasta aquí mi primera experiencia con la atención.

Años después recibí la iniciación de mi Maestro https://varanasiashram.wordpress.com  y con ella el diksha, que tal como se explica en la Wikipedia: en el ámbito de las religiones tradicionales de la India, diksha es el ritual de iniciación por un maestro espiritual (llamado diksha gurú) que concede mantras y toma el karma del iniciado. Desde entonces vivo con la certeza de que nuca me volveré a sentir sólo pues cuento con el preciado mantra que entonces me entregó.

Poco después frui diagnosticado de Esclerosis Múltiple EM. A día de hoy han pasado ya 15 años desde que padezco esta enfermedad. De esta dolencia he aprendido muchas cosas y una de ellas es, de nuevo, el poder de la atención. Se trata de una dolencia incapacitante con la que tu cuerpo va dejando de obedecerte debido a que una serie de conexiones neuronales han resultado dañadas. Con los años, me voy dando cuenta de que si presto atención, mi desempeño mejora. Sí, con el mero hecho de mirarme las manos, de mirar lo que estoy haciendo, mi motricidad fina mejora y en general me voy sintiendo, poco a poco, mejor que en muchos años.

Un inciso, para explicar algo sobre mí que considero relevante. Yo era un niño pijo, enfermo de orgullo y con una vida opulenta lograda sin esfuerzo por nacer hijo de un empresario de éxito. Además, este orgullo se vio alimentado por posiciones de responsabilidad en el ámbito profesional, desde muy joven. Posición profesional lograda también por mis apellidos y no por mi propio mérito. He tenido que experimentar los efectos de una enfermedad incapacitante, que me ha obligado a aprender a pedir ayuda para casi todo. Además, una dolencia que me provoca incontinencia de aguas menores y mayores. Cuando, siendo un hombre adulto te haces tus necesidades en los pantalones, resulta más fácil comenzar a despojarse del orgullo. Un camino para toda la vida que requiere, una vez más, atención y vigilancia permanente, pues sé que no soy de fiar en este y otros muchos sentidos y sospecho de mí constantemente.

Igualmente son ya casi 15 años durante los cuales vengo practicando Japa que la Wikipedia explica como: la palabra sanscrita japa es la repetición de un mantra o de los nombres de Dios. Lo hago en un intento de adaptar mi práctica a las circunstancias de mi salud y cumplir con mi compromiso de iniciación. Procuro hacerlo acompasando la repetición mental, sin mover los labios, con la respiración y visualizando la imagen de mi ideal, Ramakrishna.

Siempre tratando de mantener los pensamientos de compasión y amor incondicional que la imagen de mi ideal me inspira, pero lo cierto es que el mayor valor que en esta práctica he encontrado, consiste en que la misma, capta la atención de mi mente y la ocupa, evitando que divague tras un pensamiento u otro. Pensamientos que, en mi caso, con una mente desbocada y habitualmente fuera de control, son de lo más indignos y variopintos. Así, el efecto distracción u ocupación que esta práctica ejerce sobre mi mente, me permite descansar de mí mismo y encontrar un reducto de paz, a salvo de mí, en el que, en ocasiones, experimento cierto equilibrio, mesura, descanso y compostura.

Paso parte del año, buscando un clima y ambiente que me ayuden con la dolencia que padezco, en www.hotelcampusphi.org.  Procuro asistir a los programas que Fundación Phi ofrece al público en sus instalaciones junto al hotel. Hoy, tras la Puja, Swamiji ha explicado los beneficios de la práctica del Japa, lo que me ha animado a contar mi experiencia.

Puja, la Wikipedia explica como: La Puja es un ritual religioso realizado en una amplia variedad de ocasiones para presentar respeto a una o más deidades.

Ágora

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