noviembre 18, 2024
/Javier Ortiz Amuriza

109. Incertidumbre, miedo, conspiranoia y confusión.

Por Javier Ortiz Amuriza
Noviembre de 2024

Tiempos convulsos y aprendizaje personal. Miedo e incertidumbre. Polarización y sinsentidos. Crítica sin fundamento, ruido y confusión. Equilibrio, introspección y serenidad.

En distintos artículos que he escrito con anterioridad, he mencionado unos y otros aspectos que ocupan mi mente en unos tiempos convulsos como los que estamos viviendo. También he hecho mención a la condición de mi salud explicando cómo las diferentes cosas que me condicionan físicamente, por la esclerosis múltiple, me otorgan una posición desde la que intento mirar con equilibrio en el intento de ver, discernir y priorizar para poder desempeñarme con cierta normalidad.

El miedo es una sensación que está presente de manera continua en mi vida desde hace, casi ya, veinte años. Miedo a padecer un nuevo brote que tenga consecuencias más graves que los que ya he padecido. Miedo a no encontrar la manera de lograr un desempeño que me permita tener una vida plena. Miedo a no volver a encontrar una compañera, pues puedo comprender que alguien con las discapacidades que padezco, no resulte atractivo. Miedo a no ser capaz de encontrar las ayudas que preciso para vivir en unas u otras circunstancias. Miedo a no ser capaz de mantener en el tiempo una entereza suficiente que me permita acompañar a mi hija. Miedo a que mi cuerpo me traicione de una u otra manera, a que no me obedezca y miedo a sufrir algún accidente por ello y me rompa la crisma. Un miedo que provoca, cuando menos, que vivo en una incertidumbre permanente. Circunstancias, todas ellas, que me brindan de algún modo, una posición desde la que ver y discernir con sosiego pues llevo una vida muy tranquila por la discapacidad, para encontrar un equilibrio.

Los acontecimientos que se están produciendo en el mundo entero, tanto a nivel político como social creo que son una alarma. No voy a entrar en valorar las diferentes posturas existentes en lo político y en lo social. Creo que cada quien ha de pensar como crea conveniente y debe de poder hacerlo desde la más absoluta libertad.

Aunque en otros artículos sí me he pronunciado personalmente, quiero hacer el esfuerzo de abstenerme de ello en este caso pues, sinceramente, creo que no se trata de ideología política o de posición social, sino de encontrar modos de solución que permitan alcanzar una vida digna.

Considero que son alarmantes la polarización de las posiciones, los comportamientos reactivos, el alarmismo que, aunque pudiera estar justificado en muchos casos, en otros no representan más que ruido e irresponsabilidad.

Creo que se vienen normalizando comportamientos obtusos. Comportamientos que lo cuestionan todo de un modo pueril, sin un sentido, sin un por qué, no solo las actuaciones políticas y el sistema en el que vivimos sino también a la ciencia. Planteamientos como el tierraplanismo y los bulos que lo inundan todo, creo que no sirven de nada. Únicamente constituyen un caldo de cultivo que no favorece encontrar soluciones en absoluto, desde mi punto de vista.

Durante los casi veinte años en los que la enfermedad me viene condicionando, he pasado por todo tipo de emociones, miedos y sensaciones. Con todo ello he podido aprender que los pensamientos reactivos, que se producen en mí como reacción a una u otra frustración, nunca son ni equilibrados ni acertados. Por ello desconfío permanentemente de los pensamientos que me invaden cuando afronto una nueva frustración. Procuro darme tiempo para poder discernir con equilibrio y encontrar la mejor manera de funcionar. Me doy cuenta que si no persevero en lograr un equilibrio que me permita discernir, permito que la confusión se apodere de mí y me impida encontrar maneras de solución, de vivir feliz.

Percibo, que las condiciones adversas del mundo actual sin sentido, como las guerras, las invasiones, los terremotos, tsunamis y otros sucesos naturales, crean en todas las personas una incertidumbre para la que, en la mayoría de ocasiones, no estamos preparados. Percibo esta falta de preparación al constatar la cantidad de actuaciones reactivas y poco ponderadas. Creo que en la mayoría de ocasiones caemos presa de nuestros miedos más íntimos reaccionando de una manera poco equilibrada y a veces peligrosa y sin sentido.

Las reacciones de la sociedad, de una parte, de la sociedad, criticándolo todo y a todos ante acontecimientos inesperados como la Dana en Valencia, no ayudan. Creo que en situaciones como las actuales, un momento que considero es crítico para la sostenibilidad de la vida en el planeta y el establecimiento de la paz en todo el mundo, miedo, crítica desmedida, las falsas denuncias, los bulos y las opiniones exacerbadas constituyen un caldo de cultivo pernicioso para un momento crucial.

La serenidad necesaria para actuar con equilibrio, ponderación y acierto no se puede alcanzar imbuidos en el ruido al que me he referido. Pienso que todos deberíamos de respirar hondo, cuestionarnos nuestros propios pensamientos, pues pensar en el prójimo y en el bien común requieren de un esfuerzo íntimo para que la serenidad se produzca.

Ágora

UN ESPACIO PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO

¿Quién es Javier Ortiz?

Últimos Artículos

Art. 117. Salud Mental.
septiembre 8, 2025
Art. 116. Enajenación institucional retratada por iniciativas particulares ejemplarizantes.
agosto 28, 2025
Art. 115. La fortaleza inspiradora de las mujeres
julio 30, 2025
Art.114. Machismo cultural e ignorancia. Debilidad disfrazada de prepotencia.doc
julio 18, 2025
Art. 113. Moción de Censura: no tienen agallas.
julio 3, 2025
Art. 112. Corrupción cero y dignidad.
junio 20, 2025