/Javier Ortiz Amuriza

68. Tiene guasa, resulta que al fin y al cabo es gracioso.

 Soy un verdadero tesorito. La verdad es que pienso que Dios si lo tiene que pasar bomba conmigo. Aventuras, desventuras y aprendizaje vital. Conversaciones serias, compartir visiones, música y mujeres. Todo lo que me embelesa.

 

Estoy a punto de cumplir 52 años. Padezco esclerosis múltiple desde los 35. 17 años, de dolor permanente y fuertes condicionamientos. Limitaciones físicas y falta de energía, mejor dicho, cansancio crónico. Años durante los que he ido viendo y sintiendo como mi cuerpo dejaba de obedecerme. Muchas cosas que en su día eran perfectamente normales, han devenido imposibles por mis limitaciones físicas.

En su momento fui un hombre deportista, inquieto y activo. Soy cinturón negro primer Dan de kárate, fui un gran aficionado al motociclismo, al esquí alpino, practiqué Surf, aunque era muy malo y algo mejor con el ”corcho” (Body Board), tenis y otros deportes. Sin embargo, desde que la enfermedad comenzó a hacerse presente en mí, tuve que ir dejando muchas de esas actividades en parte de manera inconsciente, sin pena ni gloria.

Y digo sin pena ni gloria puesto que al nacer mi hija Candela, mejor dicho, algo después, cuando ella contaba tres años, tuve que asumir la custodia compartida y hacerme cargo de ella. Algo que tuvo absolutamente absorbida toda mi atención y que me libro de muchos padecimientos que hubiera sufrido en caso de haber focalizado mi atención en mí y no en ella. (Ver Art 23-El-poder-transformador-de-la-atencion).

Aproximadamente en ese momento comencé a hacer un trabajo de autoconocimiento con el ánimo mejorarme, de crecer, de comprender distintas circunstancias que se venían produciendo en mi entorno, en mi vida. Estuve algo más de 15 años realizando cursos y talleres de autoconocimiento primero y terapia después. También aprendiendo a adaptarme a mis nuevas circunstancias físicas, a las limitaciones de mis capacidades y la merma de mi destreza.

En lo físico, en lo que a sensaciones se refiere, inicialmente sentí como era mi lado izquierdo el que estaba más afectado por la enfermedad, con una parestesia en la mano izquierda cuya persistencia me llevo a acudir al neurólogo y ser diagnosticado, aunque de forma tardía. El lado izquierdo, la madre, lo femenino. Con los años he ido aprendiendo a manejarme con mis limitaciones y mira tú por dónde, ahora que he aprendido a desarrollar ciertas, digamos destrezas, que me permiten funcionar, parece ser que es lado derecho al que se muestra más, pudiéramos decir sensible. El lado derecho, el padre, lo masculino. Pero no va a poder conmigo, con la ayuda de Dios conseguiré adaptarme.

Pienso que son aspectos simbólicos que me facilitan información para perseverar en el conocimiento de mí mismo y mejorarme no solo en lo eminentem3ete físico sino también en mi desempeño general como persona. Pero dicho todo esto lo que quiero aquí es llamar la atención sobre los aspectos más divertidos de esta, mi historia personal. Aspectos que no son pocos, de hecho, pienso que si fuera posible que un pequeño dron me siguiera permanentemente grabándome sin que yo me diera cuenta, habría material para una película cómica incluso una serie.

Tengo el equilibrio afectado. Voy siempre mirando al suelo al objeto de no caerme, de hecho, me llaman la atención habitualmente con comentarios como “el otro día te saludé y no me viste” lo cierto es que no me entero. Bastante tengo con no irme al suelo. Una amiga mía, de Cádiz, solía llamarme “pajarillo con vértigo”. Pues tiene gracia, pero creo que es una descripción muy acertada de mis condiciones físicas, de mis sensaciones.

Tarde en empezar a usar bastón, pero al hacerlo he descubierto que no solo me aporta seguridad en el caminar, sino que me sirve de aviso a navegantes, para llamar la atención sobre las otras personas y avisar de que tengo una limitación física. Cierto es que siempre que estoy con más personas en grupo, permanezco pendiente para quitarme del medio y no molestar puesto que mis movimientos son torpes, lentos y en muchos casos resultan entorpecedores.

Actualmente llevo 3 años sin medicación. Quizás por estar libre de tóxicos, me encuentro mejor que nunca. Con ello me doy cuenta de que la libido que durante años estuvo dormida, probablemente por tanta medicación, está resurgiendo tras quince años de abstinencia. La realidad es que se me van los ojos detrás de todas las mujeres. Me gustan todas. Bromeando con mi hija le digo: hija no sé si es que me estoy convirtiendo en un viejo verde o es que soy enamoradizo. Ella me dice riéndose: viejo verde páter un viejo verde.

Sería un sueño, un sueño que hace tiempo he dejado en manos de Dios, encontrar una compañera con inquietudes parecidas y con quién sentirme cómodo y poder, tener relaciones carnales. No pienso tanto en el sexo como en el mimo, la caricia o la compañía. Entre los distintos síntomas que a mí me produce la esclerosis múltiple está el de la disfunción eréctil. No es que no funcione, es que funciona cuando quiere. He hecho algunas noches me despierto tropezando me con mi erección y pienso: Ahora déjame dormir joee.

Cuando hablo con personas con las que tengo confianza y comparto estos sentimientos y mis pensamientos, bromeo diciéndoles que quiero echarme novia pero que, en realidad, “pá cag´la…”. Sí, soy todo un tesorito. Si no me meo en los pantalones puedo incluso hasta hacer aguas mayores encima. Voy tropezándome con todo, se me olvida todo en todas partes y aunque nunca he tenido un buen sentido de la orientación hoy en día es catastrófico. Voy siempre perdidito. Un tesorito…

Cuando conduzco, voy tan concentrado en la conducción para evitar accidentes, que me pierdo sistemáticamente. He hecho, hasta en mi pueblo natal, Algorta, en el que han cambiado algunas carreteras y se ha llenado de rotondas al igual que el resto del país, tengo que utilizar el GPS para llegar sin dificultad a lugares en los que pasé mi infancia e incluso adolescencia. Una calamidad.

Cuando voy por calles repletas de gente, por ejemplo, en la Gran Vía de Madrid, voy más pendiente de evitar tropezarme con la gente que otra cosa. Mi sensación es que me va a pasar un trolebús por encima, tengo la percepción de que el mundo entero me agrede y no tanto porque lo haga cómo por la vulnerabilidad que siento. He escrito bastante acerca de unas y otras cosas e invito a leer artículos anteriores.

Lo cierto es que, como explico en otros artículos, me siento muy poca cosa. Soy un pobre hombre que trata de adaptarse a sus circunstancias y ser feliz. Gracias a Dios, nunca he dejado de serlo, siempre me he sentido un hombre afortunado y así sigo sintiéndome.

Recientemente he conocido a un hombre que me resulta del todo interesante, César. Un hombre cultivado y hecho a sí mismo que a diferencia de mí, proviene de una familia humilde y que con su esfuerzo personal, no sólo logró labrarse una vida como pianista y catedrático, sino que también, capaz de vislumbrar, se ha cultivado en muchos otros campos. Un hombre con quién mantener conversaciones en las que enseguida te das cuenta de su bagaje. Un hombre ilustrado, que ha desarrollado una brillante carrera para la que ha requerido una enorme disciplina y un hombre además, creo que también con una mirada diferente a las cosas, crítica, inquieta.

Durante las conversaciones que estamos manteniendo, me pregunta acerca de un u otro aspectos de relevancia en el ámbito en el que compartimos: www.hotelcampusphi.org. Quizás para una mejor comprensión pudiera valerle un artículo que en su momento escribí y que aquí quiero compartir. Ver ART.25.-Campus-Phi-antecedentes-y-retrospectiva.

Además de esto, conocer a esta persona me está resultando emocionante, conmovedor, interesante puesto que mi relación con la música de toda la vida ha sido muy íntima. En mi familia materna la música está presente constantemente. Las fiestas y las navidades etc.  son una fiesta, una suerte de fiesta gitana. De hecho, mi padre no conoció a su padre y la familia de su madre era de San Fernando, Cádiz con lo que, tener cuando menos influencias gitanas, resultaría posible.

Él es un músico bregado, formado, inquieto y crítico. Cuando le escucho hablar de algo que para mí ha sido siempre una afición, la música, me cautiva. Yo toco percusión latina, bongó y tumbadoras, y aunque desde mi época de Universitario formo parte de un grupo con el que he dado conciertos por todo el territorio nacional siempre ha sido como un hobbie.

Nosotros nos aprovechamos de ello para viajar por todas partes y dar conciertos en los diferentes garitos tocando por 50.000 de las antiguas pesetas, más las copas. Es decir, mi relación con la música ha sido más pasional e intuitiva qué fundamentada. Por ello escucharle hablar con tanto conocimiento de causa, con su visión particular, me embelesa.

Ágora

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