/Javier Ortiz Amuriza

51. Lo que percibimos y creemos saber vs lo que Es

Búsqueda íntima y personal. Atención más allá del pensamiento. Darse cuenta absteniéndose de interferir. La observación de los movimientos en el interior de cada persona. La atención en uno mismo como auténtica meditación. Aprendiendo a quitarle energía a la propia mente. Al asedio de La Tonta del Bote.

Tal y como vengo tratando de compartir en artículos anteriores, continuo en mi búsqueda personal. Una búsqueda en la que los hallazgos más relevantes se producen a pesar de mí, en la que voy aprendiendo a desconfiar de mi mente, de mi pensamiento, de La Tonta del Bote.

Creo que consiste en descubrir el arte de no hacer. Una suerte de propósito en prestar atención a lo que sucede en mi interior con el ánimo de dejarlo ser, darme cuenta y tratar de evitar actuar esclavo de mi propia mente. Tratar de no alimentarlo enfrentándolo y dejar un espacio en el que pierda fuerza, observándolo y aceptándolo en una especie de invocación a la comprensión.

En paralelo, vengo tratando de adaptarme en lo profesional a las condiciones de mi salud. Trato de aprender a apoyarme en las posibilidades que ofrece la tecnología digital para compensar mis limitaciones físicas, así como de mantenerme al tanto de las nuevas tendencias en cuestión de planificación estratégica y negociaciones.

En este sentido, en distintos webinar en los que vengo participando, estudiamos el funcionamiento de los análisis estadísticos en la medición de unos u otros aspectos de la realidad económica y social, así como en sus posibles perspectivas.

En el último encuentro al que asistí, nos explicaron aspectos de la estadística tales como la dificultad de concretar muestras que resulten significativas a la hora de sacar conclusiones que puedan ser aplicables a la totalidad de los implicados. Sin embargo, en lo concerniente a aspectos como el desempleo, niveles retributivos, niveles patrimoniales e igualdad puede resultar muy útil considerar los datos estadísticos en términos relativos y no absolutos, es decir, fijándonos la manera en que evolucionan, en cuál es la  tendencia de su devenir puede arrojar mucha luz a los efectos mencionados.

Nos explicaron conceptos como la falacia de correlación que consiste en inferir que existe una relación causal entre dos o más eventos por haberse observado una correlación estadística entre ellos. Cum hoc ergo propter hoc (en latín «con esto, por tanto, a causa de esto») es una falacia, es decir, un argumento que parece válido, pero que no lo es y que se comete al inferir que dos o más eventos están conectados causalmente porque se dan juntos o sucesivamente. Esta falacia muchas veces se refuta mediante la frase «correlación no implica causalidad». También en artículos anteriores he hablado de los sesgos estadísticos y la manera en que yo los interpreto como intereses de una u otra índole. Egoísmo, al fin y al cabo.

He leído un libro que me ha resultado esclarecedor en el intento de comprender la relevancia de unos u otros aspectos de la estadística, a saber: Qué es y qué no es la estadística de Walter Sosa Escudero. De dicha lectura creo haber comprendido que si bien, en general, los análisis estadísticos no son fiables en lo que a valores absolutos se refiere, sin embargo, la evolución de éstos parece que sí lo es en términos relativos que permitan hacer un seguimiento de las tendencias y variaciones de unos u otros asuntos objeto de estudio.

Retomando el hilo de la narración inicial, pienso que en el reto de conocerse a uno mismo, con el ánimo de discernir la realidad más allá de lo que percibimos, aprender a desconfiar de la propia mente, prestar atención a lo que sucede en el interior de cada uno y abrir un espacio a la intuición más allá de pensamiento racional, puede marcar la diferencia.

Tal y como nos sucede al pasar de un estado de sueño con ensueño en el que el propio sueño se vive como realidad y que sólo al despertar, al recuperar el estado de vigilia, te das cuenta, intuyo que quizás la vacuidad del sueño profundo en el que “desaparecemos” como individuos y sin el cual no podemos vivir, pueda asemejarse más a la Realidad absoluta, a un Despertar en el sentido espiritual.

Pienso que el pánico que sentimos de dejar de ser algo individual, separado y dueño de sí mismo o de sí misma, nos impide darnos cuenta de la íntima unión con todo lo que nos rodea impidiéndonos funcionar como partes interdependientes de un todo único.

Yo procuro permanecer atento que lo que sucede en mi interior, a cómo mi mente reacciona en una u otra situación y hacerlo sin juzgarme, tratando evitar el prejuicio.

Procuro conquistar ese estado de atención permanente que me permita darme cuenta y busco todo tipo de ayudas para ello: guía, estudio y sosiego para librarme de mí mismo, de mis condicionamientos y de mi miedo a una libertad auténtica. Pienso que lograrlo sería auténtica meditación.

En otro orden de cosas, aunque pienso que íntimamente relacionado, creo que, por lo general, vivimos en una sociedad enferma de egoísmo e insensatez. Personas adultas que son padres y madres inconscientes, más centrados en juzgar y criticar a sus semejantes que en hacerse cargo de sus propios problemas, de sus propios retos. Niños y jóvenes que enferman psicológicamente abrumados por la insensatez y falta de responsabilidad de sus padres. Padres incapaces de afrontar los cambios de la vida de manera constructiva y desde la tolerancia, que no se dan cuenta de que la manera de ayudar a sus hijos es transformándose a sí mismos y creando un entorno de tolerancia, comprensión y amor que facilite que sus propios hijos encuentren la manera de abrirse paso hacia la cordura incondicional en una sociedad como la actual. Rezo por todos ellos.

En lo que a mí se refiere, procuro permanecer atento que lo que sucede en mi interior, a cómo mi mente reacciona en una u otra situación y hacerlo sin juzgarme, tratando de evitar el prejuicio y el juicio.

Procuro conquistar ese estado de atención permanente que me permita darme cuenta y busco todo tipo de ayudas para ello: guía, estudio y sosiego para librarme de mí mismo, de mis condicionamientos y de mi miedo a una libertad auténtica. Pienso que lograrlo sería auténtica meditación.

Ágora

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